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Los grandes bosques caducifolios de la Península comienzan a desnudarse en otoño no sin antes ofrecer un espectáculo cromático de apabullante belleza. En Utópica hemos seleccionado diez que nos apasionan.
1 FRAGAS DO EUME (A Coruña)
El invasor eucalipto no pudo con esta fraga (bosque, en gallego) que acompaña al río Eume antes de su desembocadura en la ría de Betanzos, junto a Ferrol. Lo impidió un cerrado frente de robles, avellanos, alisos, castaños, sauces y abedules, que en otoño hacen el striptease cada uno a su tiempo y eligiendo los colores que más les van. Como para perderse. Mucho antes que los turistas y sus chubasqueros se internaran en el bosque atlántico mejor conservado de Galicia, hubo monjes que lo eligieron como escondite para retirarse de las tentaciones mundanas. Allí erigieron los monasterios de Caaverio y Monfeiro, dos bellos ejemplos del románico en su versión local separados por solo 11 kilómetros de caminos por los que felizmente perderse.
Vegetación: roble, aliso, castaño, sauce, chopo, abedul, brezo, helecho.
Fauna: corzo, ciervo, zorro, gato montés, tejón, nutria, garduña, salamandra, sapo, rana, mirlo, martín pescador, azor, búho, halcón peregrino, milano común y real.
2 ROBLEDOS DE LOS ANCARES (Lugo)
El roble ha tenido siempre un gran enemigo: el propio árbol. Su hojarasca, la que cae en otoño, produce un humus que es ideal para prados y cultivos, lo que le ha hecho desaparecer de gran parte de España. En los remotos valles de los Ancares lucenses, tierra donde personas y ganado han convivido durante siglos en las rústicas pallozas, también se talaron para dar de comer a las reses, pero aún se conservan grandes manchas en las laderas que descienden hacia las aldeas de Pionerdo, Degrada y… Robledo. La especie autóctona es el roble albar, intermedia entre el chaparro melojo (o rebollo) y el robusto Quercus robur. A partir de octubre, sus colores se degradan a ritmo descompasado componiendo cromatismos irresistibles: amarillos, bermellones y verdes saltan de unas hojas a otras según avanza la estación.
Vegetación: roble, abedul, pino silvestre, avellano, castaño, aliso, serval, acebo, tejo, brezo, tojo, escoba, helecho.
Fauna: lobo, oso pardo, corzo, rebeco, jabalí, nutria, garduña, urogallo, perdiz pardilla, águila real y culebrera.
3 RESERVA NATURAL DE MUNIELLOS (Asturias)
El límite de entrada de 20 personas por día ya da una idea de su valor, que la Unesco reconoció en el año 2000 declarándola Reserva Natural de la Biosfera. No era para menos: se trata del mayor robledal de España y uno de los mejor conservados de Europa, donde los temibles lobos no se sienten amenazados y, de vez en cuando, se ve algún oso pardo rascarse contra un roble como Baloo en el libro de la selva. En las cerradas vallinas (pequeños valles) que forman el río Muniellos y diversos arroyos, esta árbol puede alcanzar los 30 metros, cobijando un animadísimo sotobosque. Para acceder al parque, a caballo entre los concejos de Ibias y Cangas del Narcea, hay que solicitar el permiso al Servicio del Medio Natural, bien en el 012 dentro de Asturias, fuera en el 985 27 91 00 o bien a través de www.asturias.es
Vegetación: roble, avellano, fresno, arce, abedul, haya, aliso, brezo, helecho, argoma, arándano.
Fauna: oso pardo, lobo, corzo, rebeco, jabalí, nutria, zorro, salamandra, desmán de los Pirineos, urogallo, pito negro, águila real y culebrera, gavilán, mirlo, búho, lechuza.
4 VALLE DEL SAJA (Cantabria)
La última localidad habitada en esta aislada comarca cántabra es Saja, que conserva como pocas las esencias de la arquitectura montañesa, como también se mantiene en estado primigenio, más arriba, el hayedo, podado como en una barbería, que acompaña el nacimiento del río del mismo nombre. La persistencia de brumas a más de 700 metros de altitud, causadas por corrientes ascendentes de aire, garantiza una temperatura fresca y la humedad necesaria para que este bosque de cuento de hadas se mantenga vigoroso. Con la otoñada, la buena sombra que ha dado en verano comienza a resquebrajarse. Las hojas pierden flexibilidad pero adquieren una escala cromática que hace aún más intenso el hechizo, y el sonido del agua saltando de roca en roca parece querer decirnos algo inmemorial.
Vegetación: haya, roble, castaño, abedul, avellano, tejo, arce, mostajo, helecho.
Fauna: lobo, oso pardo, ciervo, corzo, jabalí, liebre, nutria, marta, turón, comadreja, tritón, salamandra, becada, perdiz pardilla, pito negro, águila real y culebrera, garduña.
6 SEÑORÍO DE BÉRTIZ (Navarra)
La continua incursión de las nubes cargadas de agua del Cantábrico, que a su vez impiden las heladas, son las responsables de la exuberancia de este señorío del Pirineo navarro a orillas del Bidasoa. Pero la mano del hombre también ha tenido mucho que ver. En el exuberante jardín se plantaron especies de todo el mundo, desde China hasta California, junto a estatuas, pérgolas y estanques de inspiración romántica y modernista. Todo lo demás, ladera arriba, siguió como siempre, rebosante de hayas. El último dueño, Pedro Ciga, que entregó la finca a la Diputación de Navarra en los años 40 a cambio de que no se tocara nada, se hizo construir en la cima un palacio al que sólo se puede llegar andando o en bici después de un buen trecho. Tomen impulso y suban.
Vegetación: haya, roble, aliso, pino de Monterrey, roble americano, gingko, secuoya, castaño de los Balcanes, helecho, brezo, nenúfar, bambú, boj.
Fauna: ciervo, corzo, jabalí, coipú chileno, ardilla, desmán y tritón de los Pirineos, paloma torcaz, pájaro carpintero, pito negro, pico mediano, pico dorsiblanco.
6 SELVA DE IRATI (Navarra)
Llamémosle reino independiente de la naturaleza. Por aquí no se advierte el paso de la frontera franco-española y, en cambio, sobreviven al avance de los tiempos mitos como el del gigante Basajaun. Antes de las incursiones turísticas, apenas era explotado por los habitantes de los valles navarros de Aezkoa y Salazar, así como por los de las provincias francesas de Baja Navarra y Soule. Eso hizo que en zonas como la Reserva Integral de Lizordaya no se tocara prácticamente ni una rama y se encuentren ejemplares de hayas de hasta 40 metros. Entremedias también crecen abetos configurándose de uno de los bosques mixtos de estas dos especies más impresionantes de Europa, como impresionante es la extensión de todo este lugar de leyenda -17.000 hectáreas-, propicio para perderse por los vericuetos de sus sendas.
Vegetación: haya, abeto, roble, castaño, brezo, helecho, boj.
Fauna: ciervo, jabalí, corzo, gató montés, ardilla, comadreja, marta, zorro, tejón, desmán y tritón de los Pirineos, urogallo, perdiz nival, gorrión alpino, pico dorsiblanco, pito negro, buitre leonado, pájaro carpintero.
7 VALLE DE ORDESA (Huesca)
El valle glaciar de Ordesa, con su forma de U, es de una originalidad geográfica apabullante. La vista se pierde con los miles de detalles que tiene que ofrecer, desde las cuevas y riscos en las alturas hasta los enormes árboles de ribera. En otoño –aquí muy adelantado por las bajas temperaturas- se asiste a una colorida muda cuya magnificencia acentúa la solemnidad del lugar. Los caminos que avanzan junto a los saltos de agua, algunos de tamaño considerable, sólo eran conocidos hasta el siglo XIX por pastores, contrabandistas y cazadores. En la mira de estos últimos estaba el bucardo, la cabra montesa pirenaica, desaparecida por completo hace años. Hay que agradecerle al animal que su protección (fallida) animara la creación en 1918 del segundo parque nacional de España.
Vegetación: haya, abedul, abeto, acebo, álamo, arce, avellano, fresno, pino negro, roble, tejo, arándano, brezo, frambuesera.
Fauna: jabalí, sarrio, marmota, armiño, desmán y tritón de los Pirineos, urogallo, búho real, alimoche, quebrantahuesos, águila real, chova piguigualda, buitre leonado, halcón peregrino, perdiz nival, pito negro.
8 ABEDULAR DEL ALTO PALLARS (Lleida)
El árbol con cuya madera se fabrican las matrioshki rusas es muy abundante en el norte de Europa, pero en España apenas se ve en la cordillera Cantábrica y el Pirineo de forma dispersa y a gran altitud. En otoño, sin embargo, su protagonismo es indiscutible, pues sus colores rojizos resaltan en vivo contraste con la hoja perenne de los pinos silvestres y la pelada montaña. Las mejores muestras de este árbol alargado y de corteza blanquecina se encuentran en los últimos valles de la comarca leridana del Pallars Sobirà, como en el de Isi, camino de la estación de Beret, o subiendo desde Escalarre hacia Burgo y de ahí perdiéndose por otro valle que tiene por única presencia humana unas cuantas bordas. O bien en los entornos de Graus y Baiasca, donde cercan los prados en los que pastan unas felices vacas.
Vegetación: abedul, abeto, pino rojo, pino negro, haya, rododendro, brezo.
Fauna: oso pardo, rebeco, corzo, gamo, gato montés, urogallo, búho, perdiz blanca, quebrantahuesos, buitre, águila dorada, desmán de los Pirineos, nutria.
9 CASTAÑAR GALLEGO DE HERVÁS (Cáceres)
Hay que tomar la llamada pista Heidi, que no lleva a los Alpes sino a uno de los bosques de castaños más tupidos de la España cálida. Ascendiendo hacia el puerto de Honduras, que cruza al valle del Jerte, se extiende una masa forestal de casi 300 hectáreas regada por la humedad que emana del Ambroz, río que forma un corredor natural entre Castilla y Extremadura por el que transcurre la Ruta de la Plata. La explotación maderera está controlada, lo que permite contemplar magníficas especies de hasta 20 metros, que se ponen a la altura del haya del Cristo de la Luz, recogida en el Catálogo de Árboles Singulares por ser el único ejemplar de gran porte de esta especie en Extremadura. Para adentrarse de lleno en el castañar, hay que pasar la plaza de toros y desviarse a la derecha en menos de un kilómetro para continuar por el paraje de Higuerilla.
Vegetación: castaño, roble melojo, acebo, arce, haya, rusco, helecho.
Fauna: jabalí, corzo, zorro, tejón, águila culebrera, búho, milano, cigüeña negra.
10 BOSQUE DE RIBERA DEL DURATÓN (Segovia)
El contraste entre la planicie mesetaria y los bosques de ribera que flanquean al Duero y sus afluentes es un tópico paisajístico español. No son inmensos como los hayedos o robledales del norte, más bien al contrario, pero tienen una presencia muy poderosa e inspiradora, reflejada en sinfín de pinturas y versos. Uno de los más bellos ejemplos es el que cubre los márgenes del río Duratón, acompañado de otros alicientes como los vestigios de eremitas y monjes, las escarpadas hoces –que se elevan hasta 100 metros– o los meandros que describe la corriente, acentuando el dramatismo del paisaje. Partiendo de Sepúlveda, el paseante se sumerge en la sombra refrescante de un variado conjunto arbóreo sobrevolado por la mayor colonia de buitres leonados de Europa. En la época de cría, del 1 de enero al 31 de julio, el acceso está limitado. Los permisos se dan en la Casa del Parque.
Vegetación: aliso, olmo, sauce, chopo, fresno, nogal, castaño, frutales silvestres.
Fauna: ardilla, tejón, comadreja, sapo, nutria, visón, buitre leonado, alondra de Dupont, alimoche, curruca rabilarga, chova piquirroja, halcón peregrino, búho, águila real, mirlo, martín pescador, ánade real, garza.
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