Durante más de 250 años, del siglo XV al XVII, Flandes jugó un papel crucial en el campo de las bellas artes. Fue en esta región del norte de Bélgica donde se comenzó a pintar de una manera que entusiasmó a toda Europa (y en especial a los reyes españoles, pues era territorio de su corona). El realismo de los detalles y la nitidez y color de las superficies –conseguidas gracias a una nueva técnica de pintura al óleo–, se aliaron para dotar de gran profundidad psicológica a los retratos y de fuerte dramatismo a los paisajes. Eran artistas artesanos al principio, cuyo nombre no trascendía, pero poco a poco fueron asomando las grandes estrellas de aquella época dorada mientras la influencia italiana se hacía cada vez más patente.