Es la gran perla escondida del sudeste asiático, quizá porque no ha podido presumir de grandísimos templos como sus países vecinos. Todo lo que tiene, sin embargo, lo tiene en su justa medida. Laos te marca el ´tempo´ perfecto para descansar y descubrirlo en profundidad. No tiene mar, pero está lleno de ríos, entre ellos el Mekong, que cruza el país de norte a sur cargado con el agua que arrastra desde la meseta tibetana. En sus orillas surgen templos cada uno más hermoso que el anterior, mientras que la naturaleza ha sabido recuperarse con rapidez de la devastación de décadas pasadas; el 65 % de Laos está cubierto por la selva subtropical. Un país de belleza sutil.