Los panameños están acostumbrados a vivir en un país internacional, en tránsito, de ahí que sepan muy bien acertar con su oferta a quienes lo visitan. Su noche apasiona a todos los que la conocen. Las historias del Canal y de los bucaneros deja con la boca abierta a quienes las escuchan. Apabulla por su biodiversidad –que comienza en el Biomuseo de Frank Gehry y acaba en la selva– y sus playas se pueden calificar entre muy bien y excelente.