Mi viaje a Perú

Mi viaje a Perú

Siempre he querido ir a Perú para descubrir su gastronomía, ingredientes y cultura. He estado una semana muy muy intensa donde he intentado exprimir cada minuto y aprender y probar lo máximo posible, para ello he contado con la súper organización de la agencia Utópica y con la ayuda de Promperú, que se han ocupado de todo (como sabéis a diario voy siempre a mil y no me daba tiempo a organizar nada, por lo que ha sido un auténtico lujo que todo estaba planeado al detalle, mucho mejor que lo que yo lo hubiese hecho, con experiencias únicas y con las mejores recomendaciones y planes posibles).

Hemos conocido Lima, Valle Sagrado y Cusco, por lo que voy a tener que volver para conocer muchas otras zonas como el Lago Titicaca y alguna de sus islas cercanas, Arequipa, Nazca… y muchos sitios más.

Empezamos por Lima que es la capital, la única en Sudamérica que es costera, ¡por lo que el pescado/marisco es fresquísimo y riquísimo!

El hotel en el que nos quedamos es ideal, se llama Atemporal, como una casita (a mí me recordaba un poco a las casas de Biarritz) súper cuidada, con un porche donde desayunas rodeado de plantas muy agradables, te cuidan mucho y tiene todo tipo de detalles.

La parte gastronómica de Perú es muy interesante, ya que tiene muchísima influencia de otras culturas que han emigrado a Perú

Tuvimos la suerte de contar con un guía durante todo el viaje al que no le paré de hacer preguntas (como dice mi marido, soy empollona de naturaleza). Nos enseñó la parte cultural, catedral, plaza, conventos y hasta una casa privada que lleva 18 generaciones en una misma familia y está conservada como era antiguamente con mucha influencia española. Otra visita que merece la pena es el museo Larco en Pueblo Libre.

La parte gastronómica de Perú es muy interesante, ya que tiene muchísima influencia de otras culturas que han emigrado a Perú, como es la japonesa (17.000 japoneses residían en 1923) que hicieron una unión de ambas culturas fusionando técnicas japonesas con productos locales como es el famoso ají, cilantro y limón (nuestra lima) dando lugar a la conocida cocina Nikkei.

Cenamos en Maido y es un verdadero espectáculo, si vais no dejéis de probar cualquier plato con el atún toro (ventresca del atún que curiosamente traen de España), la tempura de bacalao (que pescan a 1500m de profundidad), el tiradito y sashimi del pescado del día.

Y aquí tuvimos la mejor experiencia de todas, conocer el restaurante Mil, está localizado a 3500 m de altura rodeada de montañas con una vista espectacular. 

Nuestro viaje gastronómico comenzó conociendo a Penélope, chef peruana que tuvo un restaurante con Gastón Acuario. Desde el principio fue como estar con una amiga de toda la vida, nos llevó a su pescadería de referencia y luego al mercado para explicarnos todos esos ingredientes nuevos para nosotros y comprar los que necesitábamos para luego cocinar unas recetas deliciosas en su casa. Aprendimos a hacer ceviche de lenguado, conchas a la parmesana, y sudado de chita. Su barrio es Barranco, una zona muy divertida para dar una vuelta llena de tiendas, galerías y restaurantes. Nos encantó ir a Ciclos Café, una cafetería de culto al café en la planta, calle donde tienen su propia tostadora y moledora de café, y un templo del chocolate gestionado por Amanda en la primera planta.

Tiendas o concept stores os recomiendo Dédalo, NEO Concept Store y Artesanías las Pallas.

Para terminar la noche os recomiendo tomar una copa en el Hotel B en su ático, nos dieron una clase de pisco divertidísima. Además, está en frente de la Embajada de España, que es una maravilla.

Otro referente en Lima es el chef Rafael Osterling, del que conocimos dos de sus restaurantes. El primero que lleva su nombre, más formal con una comida muy cuidada y buenísima (las conchas a la mantequilla y los raviolis de trufa buenísimos), y otro que es más cool y desenfadado llamado Mercado donde probé el cebiche de pescado del día con chicharrón de calamar espectacular.

También probamos dos platos típicos de Lima que son el sanguche de chicharrón (similar a un bocadillo de panceta) , y el turrón dulce típico religioso que es como capas de galleta de anís alternadas con una especie de toffee.

La siguiente parada fue Valle Sagrado (hay que volar a Cusco). Y aquí tuvimos la mejor experiencia de todas, conocer el restaurante Mil, está localizado a 3500 m de altura rodeada de montañas con una vista espectacular. Su filosofía es crear una cocina con todos los cultivos de la zona, ayudando a las comunidades cercanas. Redescubriendo sabores y cultivos ya perdidos y llevándolos a otro nivel. El menú es de 8 tiempos y todo es sorprendente, nada que ver con lo que habíamos tomado hasta ahora, además lo acompañamos con un maridaje no alcohólico espectacular. El chef y dueño es Virgilio Martínez que sin duda se merece 3 estrellas michelín aunque no tenga ninguna.

En Valle Sagrado nos quedamos en Tambo del Inka que es lo contrario al anterior, es grande y con mucho campo alrededor, con su propio huerto y el mejor spa de Sudamérica. Muy cerca hay una calle con pequeñas tiendas de cerámica que me hubiese llevado unas cuantas debajo del brazo, pero Álvaro no me dejó…

Al día siguiente tuvimos una actividad gastronómica muy distinta a la de Mil, pero también muy enriquecedora, que fue ir al mercado de Calcas. Luego otra vez a 3500 metros de altura, Utópica nos sorprendió con un plan muy especial  autentico, a conocer una comunidad andina (que hablaban en quechua, idioma de los incas) para preparar la pachamanca, técnica milenaria de cocinar con piedras calientes sobre la tierra que se cubren con siembra, mantas y por último, tierra durante 40 minutos hasta que las carnes y verduras están cocinadas con el efecto plancha de las piedras y el vapor de las mantas húmedas que lo cubrían. Preparamos también las salsas típicas y comimos junto a ellos.

La visita obligada si vas a Perú es si o si visitar Machu Picchu, que es algo espectacular, de hecho es 1 de las 7 maravillas del mundo. Hay que ir en tren, ya que no hay otra posibilidad, hay gente que se queda a dormir en Aguas Calientes, pero yo creo que es mejor ir en el día como hicimos nosotros, a la vuelta volvimos en tren “Inca raíl” que es el lujo hecho tren. Te preparan una cena muy buena con unos cocktails preparados en barra por el coctelero y amenizado todo por un grupo de música en directo muy divertido.

En Cusco tienen costumbres gastronómicas distintas a las de Lima (mucho menos pescado, solo trucha, por lo que encontraréis mucho ceviche de trucha), su plato típico en todas las celebraciones y el día del Corpus Cristi es el cuy (nuestra cobaya) asada, y por las carreteras venden chicharrones, corteza de cerdo frita y “chancho” cocinado en la caja china, que es una especie de barbacoa en caja cerrada, todo ello acompañado de su chicha que es la bebida más famosa que se consigue con el maíz germinado y fermentado.

El último día visitamos la ciudad de Cusco, su catedral, su Templo del Sol y el barrio de los artistas. El hotel donde nos quedamos lo recomiendo 100%, para mí el mejor de Cusco, era un antiguo convento de monjas de clausura y conservan mucho de aquella época como los techos o su capilla. Está detrás de la catedral, en una plaza donde hay unas tiendas muy monas. Además, Palacio Nazarenas, cuenta con el mejor restaurante de Cusco, Mauka de la chef Pía Montes (mujer del chef Virgilio) decorado muy bonito y cuidando todos los detalles. La comida es deliciosa y el desayuno también. Otros restaurantes que probamos fueron Cicciolina y Chicha, pero no están a la altura del primero. Si tenéis que escoger uno sólo, claramente iría a Mauka aunque en los otros dos también comimos muy bien.

Utópica, ya estoy pensando en mi próximo destino!