Un día en el Himalaya Nepalí

Abrí los ojos, me desperecé y traté de poner toda la atención en la rutina diaria, que simplemente se basaba en salir del saco de dormir lo más rápido posible, vestirme y recoger el neceser para salir disparado al cuarto de baño, todo esto, con el mayor sigilo posible. 

Estaba en Dingboche, en el parque nacional de Sagarmatha, camino del campo base del Everest, llevábamos 5 días caminando y parecía que había pasado un mes, estábamos a más de 4.500 metros y nos esperaba otra noche en este pueblo de poco más de 200 habitantes. 

En estas circunstancias es donde te empiezas a hacer la retórica pregunta, ¿Qué hago yo aquí?, ¿realmente merece la pena?, la respuesta se contestaba por si sola al salir del Lodge y contemplar el Ama Dablam, coloso de casi 7.000 metros que nos llevaba hipnotizando ya varios días. 

Hoy realmente era un día de descanso y aclimatación, por lo cual, no hacía falta ni madrugar ni preparar la mochila para repartir los pesos junto a Nuru Sherpa, nuestro porteador ya amigo y compañero de batallas. Aun así, nos levantamos pronto para desayunar, habíamos cenado relativamente pronto para los horarios que acostumbramos en España y el desayuno, basado en Té o Café y tortilla al gusto con pan tibetano, era una auténtica delicia a esa altitud, añadido al confort que da tomarlo junto a la chimenea del comedor del Lodge. 

“La aclimatación es una de las grandes preocupaciones que tienes al realizar un trekking en el Himalaya, gestionar la respuesta de tu cuerpo a los cambios que te produce la altitud¨”

Revisamos el mapa de la zona y aunque tampoco había muchas posibilidades, decidimos seguir subiendo altitud, es la forma más segura de aclimatar, subir una media de 400 a 500 metros de desnivel y posteriormente descender para dormir y volver a subir al día siguiente. 

La aclimatación es una de las grandes preocupaciones que tienes al realizar un trekking en el Himalaya, gestionar la respuesta de tu cuerpo a los cambios que te produce la altitud. Las normas básicas las conocíamos, pero siempre tienes la incertidumbre si estás preparado para seguir subiendo o debes ir más despacio, beber más agua o simplemente olvidarte del dolor de cabeza que ya empiezas a sentir cuando te acercas a 5000 metros de altura sobre el nivel mar. 

Con cierta decisión, tomamos rumbo hacía el valle de Chukhung, remontando el río Imja (Imja Khola), poco a poco vamos ganando altitud, paramos a mitad de camino a sacar unas fotos junto a una estupa desde donde ya se puede admirar la maravillosa cara sur del Lhotse y Nuptse, al final del valle nos encontramos con una serie de cabañas reconvertidas a casa de huéspedes que están en un estado similar al que recordada de mi primera visita a la zona 14 años antes.

Entramos en el “Chukhung Resort & Restaurant”, pedimos algo de beber y unos momos para reponer energía, damos una vuelta por el “resort” y para mi sorpresa, tiene sustanciales mejoras; mesa de billar, duchas y hasta una pequeña tienda para alquilar material de escalada. 

Chukhung es un paso obligado para todos aquellos que quieren subir el Island Peak, uno de los seis miles relativamente accesibles de Nepal, de ahí que la tienda de alquiler tenga algo de sentido, pero poco más que hacer en el pueblo, salvo quedarse contemplando las espectaculares vistas de alrededor y conversar con alguno de los pocos montañeros que nos encontramos, es final de noviembre y no debe haber muchas ascensiones al Island Peak. 

Volviendo hacia Dingboche nos encontramos con la clásica manada de yaks, no nos atrevemos a pasar muy cerca, respetando su camino y al sherpa que los lleva, para los Nepalis estos animales son fundamentales para llevar cargas pesadas entre los distintos pueblos del valle del Khumbu. 

En el Lodge de Dingboche nos estaba esperando Nuru, parece que se le está haciendo muy largo el día de descanso, nos propone subir camino del monte Narkang para contemplar alguno de los muchos picos de seis mil metros que tenemos alrededor. 

Aunque estamos un poco cansados, decidimos subir aprovechando que la tarde se ve apacible y el cielo está bastante despejado, al poco rato de ascender ya estamos admirando varios de los picos: Lobuche, Kangtega, Taboche y por supuesto el Ama Dablam destacando entre todos, nos sentamos y damos por concluida la ascensión, están entrando nubes por el valle de Periche y un poco de viento, aprovechamos para sacar todas las fotografías posibles y emprendemos el regreso con la satisfacción del deber cumplido, “hike high, sleep low” nos recuerda Nuru, hoy creo que dormiremos mucho mejor. 

Llegamos justo para la cena en el Lodge, que mejor forma de reponer fuerzas que con un Dal Bhat, el plato más conocido de la cocina Nepali, se prepara con arroz y lentejas, acompañado de curry, verduras picantes y papadams. No tardamos mucho en dar buena cuenta del Dal Bhat y un té con limón para intentar hacer la digestión, visto que no será suficiente salimos a dar una vuelta por el pueblo esperando que la caminata nos alivie del picor y la pesadez que nos ha producido abusar del picante y las especies. 

Dingboche no tiene más que un camino principal protegido por muros de piedra a los lados, pasamos por un par de tiendas de productos básicos y encontramos al final del pueblo una pastelería que ofrece todo tipo de tes y postres, la estancia es muy agradable con una chimenea, fotos y material de escalada antiguos, tiene un aire a los refugios de montaña de Picos de Europa, decidimos quedarnos un rato y de paso conversar con un par de grupos que también tienen la intención de subir al campo base del Everest. 

Camino de vuelta al lodge, ya de noche cerrada, acompañándonos una maravillosa luna, oímos a los niños que todavía despiertos juegan por las casas de alrededor, el humo saliendo de las chimeneas y las luces encendidas nos da una sensación de que Dingboche tiene mucha más vida de lo que aparentaba. El día ha sido largo, ya toca dejar preparado todo para el día siguiente, meterse en el saco y recordar los buenos momentos del día, el Himalaya nos seguirá esperando a la mañana siguiente.